sábado, 25 de junio de 2011

Hello Kitty (II -bis)


Así es cómo queda después de haberse secado pegadito en la pared. Obviamente, necesita un buen planchado final y entretela, pero cuando los tendía con pincitas o los dejaba colgados el resultado era mucho peor.

Esta tela de panamá tiene un cuadrito bastante grande. A mí me gusta mucho para hacer motivos infantiles y cosas relativamente sencillas porque se queda todo muy limpio. Al ser más grande, los puntos se quedan más uniformes y prácticamente todos son iguales. Cuando es más pequeño la cruz queda menos definida y con un aspecto más tupido.

Hace años que una de mis tías me trajo una bolsa de este mismo panamá. He hecho bastantes cosas con él y la bolsa sigue llena. No quiero ni imaginar los metros que habría ahí dentro ¡y los que quedan!

Cuando escribí el primer post de esta Hello Kitty ya había quedado con la mami para ir sobre las 7 de la tarde. Después de comer aún no lo tenía enmarcado, ni siquiera planchado. Pero bueno, aún faltaban más de 3 horas y era tiempo más que suficiente.

Esas 3 horas fueron las que tardé en ducharme, vestirme, arreglarme el pelo y maquillarme. Siempre ando recriminándole a mi novio que parece una chica, porque tarda en componerse mucho más tiempo que yo, así que aún no entiendo qué pudo pasar ese día para consumir tantísimo tiempo en algo que no me suele llevar más de media hora.

Acostumbrada a ser veloz y eficaz el tiempo iba pasando frente a mis narices sin que yo fuera consciente, hasta que un pequeño pitido del móvil me devolvió a la realidad. Era un toque de la amiga con la que había quedado en recogerme para ir a casa de Paola.

¡¡Mamá, RÁPIDO, plancha eso!! ¡¡¡AHORA!!!

Mientras ella se recreaba en el planchado yo corría como una loca con el limpia cristales, papel, un trapo y el limpiamuebles. Se ve que los señores que se encargan de plastificar los marcos para venderlos se toman tanto tiempo que el polvo se cuela y se queda ahí hasta que alguna desgraciada con mucha prisa lo necesita. Con el cristal me corté la yema del dedo índice izquierdo, pero conseguí dejar todo limpio, como quería, y enmarcarlo sin manchar nada de sangre.

Cuando ya estaba preparada para meter el cuadro "a pelo" en una bolsa recordé que, hacía tiempo, había comprado un papel de regalo muy mono con animales rechonchos que parecían celebrar un cumpleaños. Sólo faltaba ponerle una piruleta al paquete y salir corriendo escaleras abajo.


A las 19:04 estaba en la calle, esperando a que me recogieran antes de morir desintegrada por el calor.

"Estoy esperándote abajo, en la puerta de mi casa"
"Pues hasta dentro de una hora no voy porque me ha dicho que mejor a las 20:00"

Me sentó como una patada con una bota de acero en los riñones, pero al menos pude curar mi dedo tullido, beber agua fresca y volver a peinarme para dejar de parecer Chewbacca con sandalias de tacón.

Al llegar, POR FIN, a su casa, eran más de las 20:10 y yo ya me tenía que largar echando chispas porque en menos de 20 minutos comenzaría el acto de graduación de Ángel.

"Mira, le he hecho esto a Paola." -le dije extendiendo mi brazo para darle la bolsa con el regalo.
"Toma Paola, ábrelo."
"No, ábrelo tú. Es un cuadro que le he hecho a punto de cruz y se le puede caer."
"¡Qué bien! ¡¡UN NOMBRE!!"
"..."

El final feliz es que a la niña le encanta Hello Kitty y tiene un montón de cosas de la archifamosa gata. ¿Cómo iba a pensar que la madre quería un nombre? ¿Quién quiere nombres? ¿Soy la única que piensa que a la gente no le gustan? A mí me gustan algunos porque los diseños de las letras mayúsculas son muy monos (¡he visto algunos con dinosaurios!) pero para regalarlo me da corte porque siempre pienso que nadie los querrá.

El único cuadro de punto de cruz que he hecho y conservo es el de mi nombre. Pero es MI nombre y lo hice hace dos millones de años luz. Por favor, si a alguien le gustan los nombres que lo diga fuerte y claro para tenerlo en cuenta en un futuro lejano como mero dato informativo.

Gracias.

Y ahora me voy corriendo. ¡Llego tarde otra vez!

jueves, 23 de junio de 2011

Cisnes negros.

El verano del 98 fue un verano difícil.

Mi abuelo murió la noche de San Juan y con su pérdida me quedé sin abuelos maternos y la persona que más he admirado jamás.

Él tenía más de 40 años cuando mi madre nació, así que cuando yo llegué tenía casi 70. Siempre he tenido envidia de mis primos mayores por poder haber vivido cosas con él que yo nunca he podido vivir. Con 70 años mi abuelo ya era viejo y, aunque ha salido conmigo a pasear y me ha llevado a tomar batidos de chocolate, no me ha podido subir en su coche para llevarme a ver su huerto, a pescar cangrejos o a merendar en el pinar.

Al menos, él vivió siempre en la planta baja de mi casa (la que antes fuera suya). Mi abuela murió cuatro años antes y desde entonces vivía "solo". Nunca le ha gustado invadir la intimidad de los demás ni dejar de disfrutar de la suya. Así que por mucho que mis padres insistieran en que comiera y cenara con nosotros, él prefería comer abajo, solo, viendo las noticias y fumándose un cigarro.

Para su edad era bastante ágil y podía subir y bajar escaleras con relativa facilidad, pero yo me encargaba de bajarle la comida y la cena. Era un hombre de manías y de costumbres. Cuando descubría que la codorniz al horno le gustaba más de lo que recordaba de la última vez, no comía otra cosa durante semanas e incluso meses. Y ahí estaba yo, bajando todos los días la codorniz al horno con patatas que él demandaba. En mis años de camarera tuve un único desliz en el que sólo sufrió la codorniz mientras iba dando botes de un escalón a otro hasta terminar estampada en el suelo. Y mi abuelo, que para cubrirme la tiró y se quedó sin comer, como si nada hubiera ocurrido.

En esas manías y costumbres no puedo negar que he salido a él. Cuando he vivido sola y he perdido el autocontrol me he dedicado a comer lo mismo hasta que me aburría y descubría otra cosa. Podía ser Nocilla a cucharadas, muslitos de cangrejo, salsa barbacoa o huevos fritos. Todo en cantidades ingentes y repetitivamente.

Me he quedado con su afición de escribir con pluma, el acto reflejo de levantar el dedo meñique cuando bebo, la adicción al café, el tic nervioso en la pierna y las malas pulgas. Esto último podría haberlo heredado
de mi abuela. Y los pies amorfos también.

También tengo tan buen oído musical como él. Sabía muchísimo solfeo pero nunca llegó a tocar ningún instrumento en serio. Le apasionaba la guitarra y con 10 años yo empecé a tocarla. Sufro algún sucedáneo del pánico escénico y la relación entre la guitarra y yo empezó a verse afectada en cuanto aparecieron los conciertos en público. Ésta y muchas otras cosas consiguieron que le cogiera cierta manía al instrumento y que hoy en día mi segunda guitarra (la primera la rompió mi hermano al viejo estilo concierto de rock) siga desafinada en algún armario de la casa. En solitario sólo la he tocado con el que fue mi profesor y con mi abuelo. Me gustaría que Ángel formara parte de esa nano-lista, pero de momento tendrá que esperar.

Él me enseñó a montar en bici con una BH verde y a amar la naturaleza. Suena a tópico decir que lo único
que ves en la televisión son los documentales de la 2, pero mientras mi abuelo estuvo vivo fue totalmente cierto. Después de comer él subía a dejar los platos de la comida y nos bajábamos los dos a sentarnos en su sofá enorme a verlo. Se podría decir que todo lo que sé acerca de los animales ha sido gracias a él y a Gerald Durrel, porque desde que él murió no he vuelto a sentarme en el sofá después de comer para ver la 2, ni ninguna otra cadena.

Escribiendo todo esto parece que todo lo que hiciera en su día con él sea una especie de tabú que ha quedado anclado en el tiempo y no pueda continuar haciéndolo con normalidad. Supongo que de alguna manera, es cierto. Excepto, por ejemplo, montar en bici.

Pese a que fue él quien me enseñó, mientras él estuvo vivo yo sólo había cogido la bici para aprender. Cuando conseguí mantenerme en equilibrio se abrió un abanico de posibilidades ante mí que mis padres cerraron de una. Les daba miedo que cogiera la bici y me fuera con ella sola. Encima, en un acto de crueldad infinito, mis padres me regalaron una bici de montaña al terminar 4º de Primaria. Su función era estar aparcada abajo y no tenermás movimiento que el que permitía un patio interior.

Al faltar mi abuelo, mis padres se "despreocuparon" en ese aspecto. A lo largo de mi vida he demostrado ser mucho más tonta que lista, pero en ese momento fui lo suficientemente astuta como para saber aprovecharme de la situación. Calmaba mi rabia y mi tristeza cogiendo la bici y yéndome por ahí. Al principio lo hacía a escondidas y mis fugas eran cortas. Poco a poco se fueron haciendo más y más largas hasta que empecé a llegar casi de noche a casa. Esto y vagar sin hablar supusieron mi primer castigo oficial.

De un plumazo me quedé sin salir a la calle con o sin bici y sin piscina. En casa aún no había llegado internet y mis únicas opciones eran leer y terminar un cuadro de petit point que se me había atragantado en invierno. Ponerse a leer sola en una habitación como una pre-adolescente marginal no parecía arreglar el asunto de "No nos hablas, no te comunicas y no expresas tus sentimientos. Parece que no quieres a tu familia", así que mientras había gente en mi casa sólo escuchaba

"Mari, ponte con el cuadro"
"Siéntate con nosotros y ponte con el cuadro"
"Blablacuadroblablacuadro"

Años más tarde descubriría que mi estado era "hasta los cojones", pero a esa edad aún hablaba muy bien y de forma correcta y sólo sabía que estaba harta. Como máximo acto de rebeldía decidí hacer punto sólo cuando estuviera sola y seguir leyendo y discutiendo con mi hermano cuando volvieran.

Una mañana mis padres y mi hermano se fueron de viaje. Sólo tenía que ocuparme de apagar la olla exprés y de hacer lo que me apeteciera. Y lo que me apeteció fue tumbarme en el sofá del salón a terminar el cuadro para lanzarlo sobre sus cabezas cuando volvieran. Estaba tan concentrada dando puntadas y viendo California Dreams que olvidé completamente a mis padres, a mi hermano y a la olla exprés.

Cerca del medio día me levanté para ir al baño y justo cuando iba a cruzar por la puerta de la cocina se escuchó BOOOOOOOOOOMMMM!!!!! y en un abrir y cerrar de ojos el suelo estaba inundado y las paredes y el techo de la cocina forrado de judías.

Cuando volvieron tuve que ahorrarme el numerito estrella en el que desde la puerta de las escaleras les lanzaba el cuadro y optar por el de drama-queen que intenta ser la víctima de la olla y no al revés.

Ojala hubiera ocurrido en la era de las cámaras digitales. Ahora mismo podría postear la foto de la cocina, mucho más divertida, mejor que la del cuadro-de-la-destrucción.


Son dos cisnes, pero han pasado a la Historia como "los patos". Hoy está colgado en el descanso de la escalera de mi casa, aunque ha pasado por varios sitios, entre ellos el escaparate de la mercería en la que lo compré. Fue mi primer cuadro de petit point grande y necesitaba que luciera en mi casa como tal, así que en ese escaparate duró un fin de semana.

Mirad qué cara de cabroncete se le quedó para el resto de los tiempos, después de implicarme directamente en la explosión:


Cuando Marduk me preguntó que cuál fue mi siguiente cuadro de petit point, después del conejito, me entró muchísima pereza preparar un post para enseñarlo. Para mí este cuadro siempre será ese verano y ese verano, pese a todo lo que pudiera ocurrir, será mi abuelo. Igual que para mucha gente hoy es la noche de San Juan, para mí hoy es su noche. Así que aunque no me guste ni escribir, ni hablar sobre él, he querido dejar esto aquí, congelado, para poder seguir hablando del resto de cuadros que vinieron después sin saltarme nada. Nada importante.

martes, 21 de junio de 2011

Hello Kitty (II)

Mañana es el cumpleaños de Paola, la hija de una amiga.

Esa amiga se casó hace casi 3 años y fue la primera, y la única, en hacerlo de todas las amigas que tengo aquí. También ha sido la primera en ser mamá y en esto sí que puedo asegurar que será la única por mucho tiempo. A menos que alguien se lleve un susto muy gordo.

Durante un tiempo creí que cuando alguna de mis amigas diera una noticia de este tipo entraría en una especie de shock emocional del que me sería imposible salir.

"Mis amigas se casan."
"Mis amigas tienen hijos."
"Moriré sola, rodeada de pequeños ponys."

Y la verdad es que, más que un shock emocional, todo aquello me resultó de lo más marciano. No sabría decir en qué momento exacto pasé de jugar a "las casitas" con un baby Feber y un marido imaginario a "¿por qué la gente está loca y se casa, como si nada?"

Gracias A Los Siete hace más de un año y medio conocí a Ángel y mi Chandler interno ha cambiado. Con esto no quiero decir que mi máxima aspiración en la vida sea casarme y tener hijos como una coneja, si no que ahora mismo la idea de compartir mi vida con otra persona no me resulta molesta e insoportable. Es lo mejor que me ha podido pasar, simplemente.

Los niños sí que me han gustado siempre. Más que los niños, los bebés. Me encanta ver carritos con bebés regordetes que duermen o se muerden el puño. Me encanta su olor. Me encanta su ropita. Podría decirse que soy una incondicional de los bebés y que con los niños soy un pelín más exigente por un par de salvedades: sus padres y que tengan más de 5 ó 6 años.

Sus padres me incomodan porque o bien son los culpables de que el niño sea idiota/insoportable o bien porque el tiempo que pasas con el peque están ahí, acechándote. Comprendo que a primera vista puedo parecer el tipo de ser humano al que no le dejarías tu hijo ni borracho, pero me resulta muy molesto tener a los padres sobrevolándote en círculo cuando lo único que quieres es pasar un rato (pequeño) haciendo y/o contando alguna monería al mini-ser.

Los niños que han tenido la suerte de tener unos padres normales de los que han heredado sus genes y han aprendido a comportarse como es debido me gustan muchísimo. La mayoría son mucho más listos que cualquier adulto, más interesantes e infinitamente más divertidos.

Por paradójico que parezca, todo esto que tanto me gusta desaparece cuando se escolarizan y empiezan a relacionarse con sus semejantes. Como si al formar parte de una mini-masa humana, pasaran a ser eso: masa. Algunos se convierten en pequeñas bestias antes que otros, pero a partir de los 6 muy pocos se salvan. Una lástima, porque no todos consiguen recuperarse después.

Paola cumplirá 2 años dentro de unas horas y pasaré a felicitarla con unas amigas. No sabía qué podía regalarle a alguien de 2 años, así que le he hecho un cuadro a punto de cruz. Supongo que a la criatura no le hará especial ilusión un cuadro, pero a mí me apetecía hacérselo. Espero que a la madre le guste más que a ella y lo ponga en su habitación, para que en un futuro pueda decidir si le gusta algo más o directamente lo tire por la ventana.

Aunque me gusta ser previsora y lo tenía acabado casi me pilla el toro. Compré el marco esta misma tarde y tengo el panamá secándose en la pared del baño.


Los colores son más bonitos secos y con luz natural. Intentaré hacerle fotos cuando ya esté enmarcado, para que me digáis qué os parece.

Tengo una revista con letras muy chulas y podría haber hecho su nombre. Pero, no sé, me parece algo más típico que ya ha podido hacerle alguien antes. Rezad para que la niña sea una fan en potencia de Hello Kitty.

Y sí, habrá más de éstas. ¡Le pese a quien le pese!

sábado, 18 de junio de 2011

Avances

Durante los fines de semana no paro mucho por casa y el tiempo que estoy aquí es el necesario para prepararme e irme otra vez.

Toca actualización exprés para que veáis cómo va el cuadro del jarrón de flores. He avanzado un montón, ¡y eso que lo cogí con poquísimas ganas!

Así lo cogí el día 10 de este mes:



Y así es como está a día de hoy:




jueves, 16 de junio de 2011

Hello Kitty (I)

Ayer cumplí tres años como forera en la comunidad ponyl que actualmente administro con unas amigas. Mi intención era escribir un post lacrimógeno y bonito. Como ya habréis podido comprobar, no existe. Ese tipo de posts siempre resultan aburridos y, qué demonios, éste es el blog va de una señorita seria que borda. Y punto.

Pero para ponernos en situación y poder hablar del cuadro que os quiero enseñar hoy tengo que escribir un poco sobre mis pony-amigas. Muy por encima, ¡lo prometo!:

Para aprender sobre nuestro presente e intentar encauzar nuestro futuro de la mejor forma posible es necesario saber qué hay detrás, cuál es nuestra historia. En este caso concreto, la historia de la comunidad nos ha demostrado durante cuatro años que algo chungo hay. No está comprobado con hechos científicos y razonables, pero habría que ser muy tontito para no darse cuenta ya de que el foro tiene una maldición sobrevolando nuestras cabezas en círculos buitrescos: La Maldición Del Gobernante.

Administrar ese foro ha acabado con grandes amistades desde que fue concebido y colgado en la red. Él solito se encarga de perturbar las mentes que lo dirigen y las lleva hacia El Lado Oscuro, sin retorno. En enero de este año la cosa se volvió a poner fea y, nosotras, cuatro locas, decidimos hacernos cargo de él asumiendo las futuras y fatídicas consecuencias. Y todo porque somos unas inconscientes, nada más.

Al foro todo esto le da igual, él es infinito y seguirá existiendo, como el Doctor Who. Le da igual quién lo administre el año que viene o dentro de una década, porque lo único que importa es que él seguirá ahí, impasible, con una sonrisa torcida en código HTML.

No soy capaz de odiarlo, ni si quiera de cabrearme un poquito con él. ¿Quién podría cabrearse con algo que genera swaps cada 3 ó 4 meses sin tan siquiera despeinarse?

Por si hay alguien en este planeta que aún no lo sepa, lo confieso: soy adicta a los swaps y al café. Una malísima combinación para los periodos de compra, de espera, de preparativos y de envío. Aunque parezca mentira, esperar el paquete que te corresponde es muchísimo menos estresante que lo anterior, en serio. El último swap se organizó para la Primavera y casi me da un ictus cerebral al recibir la dirección de la persona a la que debía regalar: Mir.

Tener que preparar un paquete para Mir añadía un extra muy gordo de histerismo por varias razones:

1. Es amiga mía. Y es una de esas amigas con las que administro el foro-maldito. Una loca, vaya. Hacerle un regalo a un amigo siempre es mucho más difícil que poner a punto algo para un usuario normal o con el que tienes una confianza moderada. Todo te parece poco y lo poco que te parece que tienes no cumple las expectativas que tú querías cumplir. Un lío muy gordo que puede destrozar tus nervios como una casa de madera habitada por un puñado de termitas. También te arriesgas a que la chica abra el paquete, ponga cara de WTF y te banee.

2. Es de ésas que hacen customs bonitos que parecen originales. Yo tengo uno y puedo dar fe. También dibuja, diseña y hace cositas con photoshop y otros programas que ni siquiera sé cómo se escriben.

3. Ella me regaló en el anterior swap que participé. Recibí varios ponies raros/caros, un custom, una bufanda hecha por ella, mariposas, chuches y su sufrimiento. ¡La culpa fue de correos! y mía un poquito.

4. Es una cotilla extrema que tengo en el g-talk. Tardó medio segundo en preguntarme "¿Quién te ha tocado? si me lo dices te digo quién me ha tocado a mí" Así que me tocó pedirle un favor a Ardid para que me diera el nombre de algún participante más que no nos comprometiera a ninguna.

Ya os conté en el post del gato (hablando de maldiciones...) que enviar una manualidad no era obligatorio, pero en letra pequeñita. Desde el primer momento tuve claro que quería hacerle un cuadro a punto de cruz, pero el problema era ¿de qué? Sabía que el gatito le gustaba, pero ya tenía uno torturándome y hacer dos "a la vez" no lo consideré oportuno ni para mi salud ni para la de mi relación. Tampoco tenía muy claro si a Mir le iría el rollo "cuadro para la cocina", "reloj de punto de cruz" o "típico cuadro paisajístico de decoración". Cuando se me encendió la bombilla busqué algún patrón bien hecho, pero no lo encontré. Como aún no he perdido la esperanza me reservo el derecho de mantenerlo en oculto durante un tiempo.

Al final, gracias a las cositas que tenía en su lista-no ponyl y las investigaciones oportunas en google, di con lo que me pareció bonito, acorde con sus gustos y fácil de enviar en una caja que no fuera de cartón y encontrada en un contenedor.


Mientras yo cosía, conseguía ponys y recolectaba el resto de cositas, Mir se dedicaba a sabotearme para pasar su tiempo libre.
Tenía un pony suyo en mi poder para arreglarle el pelo. Mi plan era enviárselo junto con el regalo, pero encontró la manera de obligarme a enviarlo unos días antes. Ella creía saber a quién regalaba yo, así que para ayudarme compró un regalito extra en una tienda de Madrid. Era un Caballero del Zodiaco que, obviamente, no le iba a regalar a otra persona porque no existía como tal. La cachonda, mediante g-talk me pasaba links de subastas de ponys que le gustaban cuando yo ya había hecho las compras pertinentes y las
acababa de pagar. Y La tarde que había comprado la caja donde iría todo me suelta, en plan confidencia: "Espero que no me hayan comprado una caja, tengo mil cajas y con la mudanza no tengo sitio".
Fijaos si la chica estaba empeñada en putearme que ¡hasta se cambió de casa! ¡Y todo para que tuviera que hacerme con la nueva dirección unos días antes!

Por suerte, todo tuvo un final feliz y no se enteró de nada, los ponys le gustaron, la caja llegó sana y salva (a su pesar) y el Caballero encontró un nuevo hogar con Holden.

La gatita que escogí fue ésta, con manzanita y peto vaquero.


Ahí la veis recién lavada y pegada a la pared del baño. Siempre soy muy cuidadosa con la higiene de mis manos cuando me pongo a coser (y siempre), pero me parece necesario lavar el panamá una vez terminado para que quede impoluto y se quede más rígido. Estamparlo contra la pared es una técnica ruda que permite el secado sin tener que apretarlo para eliminar los restos de agua y queda liso sin la marca de haber estado tendido con unas pinzas, por ejemplo.

No me gusta comprar un marco ya montado para los cuadros, pero en estos casos, donde el tiempo corre en tu contra, es lo mejor. Para que quede bien encuadrado desmonto el marco, cojo el cristal y lo plantifico encima del tapiz ya planchado y con la entretela pegada por el revés. Más o menos intento dejarlo centrado a ojo, pero me aseguro de que hay la misma distancia de derecha a izquierda contando los puntos. Después cojo un lápiz y dibujo la forma del cristal, recorto et voilà. Como veis, mis técnicas son de lo más profesionales.


Como broche final, una foto de Mir con la gata en su casa.



Cuando busqué patrones de Hello Kitty encontré varios que me gustaron. No os asustéis si, de repente, esto empieza a inundarse con Kittys ya regaladas o en proceso de producción.

P.D.: De la misma manera que los sueños no se cumplen cuando uno los cuenta, espero de todo corazón que La Maldición del Gobernante muera hoy con este post.

lunes, 13 de junio de 2011

Segundas oportunidades.

Tener tan claro cuál es tu color favorito puede llegar a resultar peligroso. Mucha gente da por hecho que cualquier cosa te va a gustar simplemente por ser de ese color. En mi caso es el morado y hasta hace relativamente poco había tenido bastante suerte. Se puso de moda hace unos años y eso provocó que un montón de ropa que jamás había visto en ese color, de repente, inundara los escaparates, las calles y mi armario. Poder comprarse una camiseta morada del tipo que más me gustara en ese momento era de agradecer. Pero las risas aún estaban por llegar.

La primera Navidad después del purple-boom fue como la recolecta de una cosecha de 100 hectáreas abonada con pigmento morado en todos sus matices a la que no le había faltado el riego.

Todo era morado y, salvo cuatro cosas, horrible. Y no por el color, eso que quede muy claro. Nunca me ha molestado que la gente me regale cosas moradas porque, en serio, ese color me encanta. Lo que me choca es el "todo vale" en plan: "Oh, mira, un búfalo que ha muerto ahogado y está a punto de empezar a descomponerse. Pero bueno, es morado, ¡seguro que le gusta!", "Voy a regalarle un ramo de cardos borriqueros, que como son morados seguro que le encantan" Pues lo siento, pero no. Los búfalos me gustan marrones (y vivos) pastando felices en los documentales de la 2. Y tendrían que someterme a la tortura china para desvelar cuál es mi flor favorita. No soy tan tonta como para cometer el mismo error dos veces.

Una de mis tías decidió que mi colonia diaria debía ser Ultraviolet (¿morada? ¡morada!) y mi único tío que no, que mejor Halloween (¿morada? ...). Y desde entonces, todas las Navidades han seguido el mismo patrón. Las colonias, al menos, son fijas, pero el factor sorpresa ha pasado a ser el factor creepy.

En éstas no podía faltar mi madre. Que me regaló este tapiz para que, una vez hecho, yo se lo regalara a ella (releed, releed, pero es tal cual):


Un pedazo de jarrón con flores moradas y fondo en los mismos tonos. La luz ha jugado una mala pasada y se ve mucho más azul de lo que es en realidad (poco, nada).

Basta con que te impongan algo para encontrar de forma automática mil cosas mejores y más interesantes que hacer antes que lo que "debes". Encima, entre el tapiz y yo no hubo ningún tipo de feeling. Más bien rechazo.

"¡Pero si es morado!"

Lo empecé a regañadientes y después de hacer un poco de allí y otro poco de allá lo dejé aparcado en el fondo del costurero, junto al pato. De vez en cuando mi madre lo ha sacado para paseármelo por la cara, a modo de extraño cortejo. Nunca había tenido éxito, hasta el viernes pasado.

Estaba tan harta de encontrármelo cada dos por tres que decidí re-empezarlo. No me gusta dejar las cosas a medias y esto no va a ser una excepción que pueda recriminarme mi cerebro cuando haya agotado los temas recurrentes. Para que veáis lo poquito que llevaba hecho hasta entonces he hecho una foto del revés:


Espero que el blog me anime a terminarlo cuanto antes. Sabiendo que en algún lugar ha quedado registrada la fecha exacta sólo quedan dos posibilidades 1) terminarlo pronto, salvando mi honor, 2) mandarlo al cuerno otra vez y acabar con la vida de todos los testigos.

También confío en el clima como aliciente. A ver quién aguanta tres meses de infierno con esa manta cubriéndole las piernas.

P.D.: Lectores-regaladores y lectores-regaladores-en-potencia: seguid comprándome cosas moradas. Me gustan mucho, en serio. Sólo tienen que ser bonitas en conjunto, no sólo en color. Y sobre todo: ¡regaladme cosas, lo que sea!

jueves, 9 de junio de 2011

El conejo y su trébol.

Seamos claros: el petit point es como el hermano tonto del punto de cruz. No hay que calcular cuántos puntos tiene el cuadro por alto y por ancho para que el trozo de panamá no se quede corto y esté bien centrado, el patrón viene pintado en el cañamazo y si algo no cuadra no hay por qué volverse histéricos buscando el error en los mil puntos que ya has dado. O eso es lo que parece.

Lo que en principio es una ventaja se puede convertir fácilmente en una pesadilla. Una pesadilla a la altura de las circunstancias, o sea, pequeña.

El dibujo ya impreso en el cañamazo no tiene por qué ser "exacto". Es decir, en el punto de cruz los puntos que hay que dar están en los patrones tal cual hay que darlos, pero aquí, al estar pintado, quedan colores en lo que podríamos llamar "tierra de nadie". En paisajes de playa, plantas, etc. no tiene mucha importancia, pero en animales, personas o, no sé, muebles es un coñazo.

Cuando hice mi primer mini-cuadro, el pato, me puse a coser como un alma libre. Aparte de hacerle una cabeza bicolor y dejarlo flotando entre dos aguas sin ningún tipo de gracia, le hice la forma a mi manera. De la manera equivocada, quiero decir.



Hice el pico y algunos bordes de la cabeza con medio punto de medio punto. Algo que hace que el dibujo quede exactamente perfilado por el hilo pero que da un aspecto horrible al resultado final. Eso nadie me lo dijo, pero no me costó demasiado entender que no podía ser así. Si realmente lo era, el petit point era el mayor despropósito estético que se podía hacer con las agujas. Y mirad que hay cosas...

A los 6 años mi percepción sobre el mundo y las personas que lo habitaban no era la que tengo ahora, lo que me permitió apostar por la Humanidad y sus buenas intenciones. Acepté el error como mío y le di una segunda oportunidad al cañamazo pintado.

Mi madre consideró oportuno que siguiera practicando con cosas pequeñas y volví a coger un cuadro del mismo tamaño que el anterior. ¡Pero nada de kits! El tapiz venía solo y yo me encargaría de escoger los colores por mi propia cuenta y riesgo.

Me llevé a casa un conejo tímido con un trébol y en poquísimo tiempo lo terminé. Tenía muchas ganas de enseñarlo acabado y una ilusión tremenda porque éste sí que estaba bien hecho. Ni medios puntos de medios puntos, ni colores diferentes para las mismas cosas. Un conejito que no tendría que seguir viviendo por el resto de sus días en el fondo de ningún costurero.


Por si fuera poco, había conseguido lo que yo creía que era el objetivo de cualquier artista: ver enmarcada su obra. Ha pasado por varias paredes de mi casa, hasta acabar en mi habitación, justo debajo del único cuadro hecho a punto de cruz que he hecho para mí. No es especialmente bonito, pero le tengo muchísimo cariño y cuando cambie de casa se tendrá que venir conmigo.

No seáis demasiado críticos con el conejito. Con él aprendí a hacer los puntos completos, como debía, y a darme cuenta, una vez enmarcado, de que si no hacías todos los puntos iguales los más apretados quedaban feos y los más sueltos se aplastaban contra el cristal. Además, su trébol sólo tiene tres hojas.

lunes, 6 de junio de 2011

El primer gato de Cheshire de la dinastía.

Naces, creces, te gustan los ponys, sigues creciendo, te siguen gustando los ponys, encuentras un foro en español de coleccionistas, empiezas a coleccionar, participas en ese foro y un día te apuntas a un swap en el que las manualidades son bienvenidas.

En ese foro hay gente que hace customs que parecen ponys orginales de Hasbro, dibujan, pintan camisetas, diseñan webs, hacen broches de fieltro, chapas y a la que te descuidas, con un poco de hormigón y cuatro ladrillos, te están montando un palacete en medio del campo.
Para quien no lo sepa: tengo el sentido artístico y creativo de un nabo. Un nabo pasado de fecha, para ser más exactos. Partiendo de esa base, cualquier cosa que tenga que ver con customizar ponys, dibujar y pintar camisetas sin plagiar algo (y plagiarlo mal) quedaba más que descartada. Encima, el tema de coser lo tenía abandonado y mi pequeño cerebro de lemur ni siquiera había entrado a valorar esa idea.

Gracias a Ardid, quien organizaba ese swap, tenía un dato. Un dato importante: Alicia, la chica a la que yo tenía que enviar el regalo, era fan de Alicia en el País de las Maravillas. Hacer un pony temático estaba fuera de mis posibilidades y de eso ya se había encargado Ardid, la muy perra. Para hacer un dibujo tendría que copiar algo y disfrazarme de Sombrero Loco para hacer una foto y convertirla en postal era demasiado arriesgado/bizarro/estúpido.

Pero la condición de lemur no siempre tiene por qué jugar en mi contra. Del pensamiento "¿Qué pasaría/pensaría si me disfrazara para hacer una postal?" a "Igual la chica es feliz con un marcapáginas hecho a punto de cruz para sus libros de Lewis Carrol" sólo hay un golpecito contra el marco de cualquier puerta.

Google imágenes, en su infinita sabiduría, me enseñó varios patrones que podrían servir para el marcapáginas. El problema era el tamaño, yo estaba empeñada en hacer una Alicia y todas las Alicias pequeñitas eran feas, los patrones estaban mal hechos o ambas cosas. Hasta que encontré esto:

Un gato de Cheshire bonito y fácil de hacer. O eso es lo que yo creía. Ajem.

Para que el gato quedara vistoso escogí un panamá de cuadros grandes. Y a la hora de elegir colores utilicé el fiable método a ojo de buen cubero.

"Este verde es demasiado chillón, mejor pongo otro."
"Estos rosas combinan raro, mejor pongo otros."
"Con ese amarillo parece un gato yonki, mejor pongo otro."

Vamos, que cuando conseguí tranquilizarme porque ya tenía todo pensado y preparado tuve que volver al estado de histeria porque casi todo el mundo posteaba en el foro para decir que sus manualidades estaban acabadas, los ponys comprados y que con tanto tiempo libre lo mejor era pirarse de vacaciones.

Haciéndome responsable de mis actos, empecé a coser como si no hubiera un mañana.

-Ángel: ¿Qué hacemos esta noche?
-Mariko: Ven a mi casa, que tengo que hacer gato.

-Ángel: ¿Vamos al café?
-Mariko: Lo tomamos en mi casa, que tengo que hacer gato.

-Ángel: ¿Te recojo en media hora y vamos a la piscina?
-Mariko: Uf... no sé, a ver cómo llevo el gato.

El gato de Cheshire, pasó a ser conocido por el-puto-gato-de-los-cojones. Y aún no sé muy bien por qué.

En total, tardé unos 20 días en hacerlo, lavarlo, plancharlo, ponerle la entretela y enmarcarlo. Tal que así:

La foto es pésima, por mi culpa. No sé cómo ni por qué, pero puse un filtro morado y me di cuenta cuando había pasado muuucho tiempo.

Si había sufrido para encontrar un marco ya montado que le quedara bien y tuviera su tamaño no sé cómo no me suicidé para encontrar una caja segura donde poder enviarlo. Aunque lo más sorprendente fue que Ángel no me abriera en canal y esparciera mis tripas por una cuneta.

-Ángel: ¿Tomamos café?
-Mariko: ¿No te apetece más dar un paseo por los contenedores de reciclaje para ver si hay cajas grandes?

-Ángel: ¿Vamos de cañas?
-Mariko: Mejor vamos al punto limpio a buscar cajas.

-Ángel: ¿Tenemos que seguir buscando cajas?
-Mariko: No, traéme tu cúter y precinto, que la voy a hacer yo.

-MarikoMadre: ¡Mirad qué caja traigo!


Le pedí a mi hermano que hiciera una foto a la caja mientras yo la sujetaba para enseñar en el foro las dimensiones y el muy cerdo me sacó de esa guisa. Recortando la foto para conservar mi dignidad me di cuenta de que si eliminaba mi cara de resignación se perdería la esencia de lo que el-puto-gato-de-los-cojones había supuesto para mí en esos 2o días. Y, bueno, las reacciones no se hicieron esperar: lolz y más lolz.

El final feliz llegó cuando Alicia recibió su paquete, lo posteó en el foro y me mandó un MP de agradecimiento que yo leí dando saltitos de alegría.


P.D.: En realidad no hay ninguna parte negativa, ni semi negativa, ni un poco negativa, de esta historia. Lo pasé muy bien cosiendo, haciendo fotos de los avances para enseñarlas a mis amigas y buscando cajas en los contenedores. Y me sentí genial cuando supe que el cuadro estaba colgado en una pared de su casa. Tan genial que repetí experiencia.

Ya lo veréis :)


sábado, 4 de junio de 2011

Absurda felicidad.

Cuando abrí mi primer blog encontré uno dedicado a estas cosas. Se llamaba cafeconlecheporfavor y tenía un toque diferente al resto de blogs dedicados a la costura. Actualizaba casi a diario y era menos ¿impersonal? La chica que escribía transmitía mucha dulzura sin resultar empalagosa y sin conocerla de nada me caía bien a través de sus letras y sus fotos. No llegué a comentar nunca, pero de alguna manera me animó a seguir cosiendo para mí y para los demás.

Hace unos días Marduk me envió un mensaje para decirme que mi blog le alegraba las mañanas en el trabajo. Además, ha comprado panamá y sólo le falta encontrar un patrón bonito para enarbolar la aguja. El mensaje me hizo ilusión y me alegró la mañana porque me gusta gustar y porque por un momento me sentí como la chica de cafeconlecheporfavor. En plan acto reflejo abrí Google para ver si aún existía y... ¡sí! pero sólo admite a lectores invitados. Con la euforia del momento estuve a punto de enviarle un mail para poder formar parte del grupo VIP, pero unos dos segundos después ya había cerrado la página. Si nunca había comentado y hacía mil años que no la visitaba me parecía bastante absurdo enviar un mail como si tal cosa. Más que parecerme absurdo me daba bastante vergüenza, para que veáis que en algunos casos la timidez no desaparece ni detrás de una pantalla.

Pero dejemos el autoescarnio y sigamos con Marduk.

Desde que yo tengo uso de razón las revistas de punto de cruz, petit point, ganchillo, patchwork, etc. han invadido, casi literalmente, mi casa. Así que encontrar un patrón que a ella le pareciera bonito era más que probable. Escogí una de las cajas llena de revistas y empecé a seleccionar cosas que podrían interesarle: conejitos, relojes de cocina, casitas inglesas, molinos holandeses y flores. De rebote, también fui apartando paragüitas y amapolas para Ardid, molinillos para Mir, posibles adornos para el árbol de Navidad y el próximo cuadro que haré en punto de cruz sí o SÍ.




Es una hoja suelta de las primeras (mini) revistas de punto de cruz que compré por y para mí. Es un patrón que me encanta y que ya he hecho. Creo que fue un regalo que hice para una de mis primas, pero tampoco lo sé con certeza. Lo que sí sé con total seguridad es que no está en mi casa y que me hace ilusión rehacerlo para quedármelo. De todas las cosas que he hecho en punto de cruz sólo tengo una y ya va tocando una segunda, ¿no?

Es muy sencillito e infatil, pero los detalles a mí me parecen una pasada:




¡Y el mejor!


Primero tengo que terminar lo que estoy haciendo para el segundo cumple de Paola, la hija de una amiga. De todas formas, espero no tardar demasiado en poder enseñarlo enmarcado y ver qué os parece :)


jueves, 2 de junio de 2011

A los kits los arma el diablo.

Cuando faltaba poco para terminar el pato, angustiada, me di cuenta de que no habría suficiente hilo. Por alguna razón, el señor que se encargaba de poner a punto los kits de costura no había estado todo lo atento que debía. En esos kits tan pequeños las madejas vienen "a granel", sin numeración, ni nada. Con el blanco y el negro siempre es fácil, porque el blanco es blanco y el negro es negro, pero con el azul y el amarillo la cosa se complica.

Sin pensármelo dos veces, cogí dos muestras pequeñas y fui a la mercería. La dependienta no tenía el color exacto y usó sus malas artes para hacerme creer que un tono similar quedaría igual de bien. Y, en fin, sobra decir que esa fulana me engañó. Por muy similar que fueran los colores se notaba, el error estaba ahí, salpicándome las pupilas. De hecho, al tenerlo listo, era lo único que yo veía: un pato con la cabeza bicolor y un lago con dos tipos de aguas.

La única solución era enterrarlo en el fondo del costurero, para quitarlo de la circulación y, así, evitar que alguien pudiera ver el desastre. Puede que lo que para mí es ley de vida a vosotros os parezca exagerado, pero cuando ocurrían este tipo de cosas ésa era mi única reacción. Como cuando pinté una palmatoria de escayola para mi profesora de 3º de Primaria y mi hermano (de 2 años) repintó a su manera mientras yo merendaba feliz en la cocina. En lugar de rerepintarla la tiré a la basura y fingí, sin éxito, que jamás había existido tal palmatoria de escayola y que necesitaba otra.

Propio de mí, cuando me lo compraron, publiqué a los cuatro vientos que estaba haciendo el mini-cuadro, convirtiendo al pato amarillo en el pato más famoso de mi familia. Así que con la desaparición del pato aparecieron las preguntas.

¿Dónde está el pato? ¿Ya has terminado el pato? ¿No haces pato? ¿Ya no te gusta el pato?

Hasta las narices del p*to pato y de mi familia pensé que, con lo tontos que eran, no tendrían por qué darse cuenta. Corría el riesgo de que mi abuelo sí lo notara, porque era tan listo como yo, pero su vejez y sus dioptrías jugaban a mi favor.

Confiada lo presenté en sociedad y fue acogido como si fuera a formar parte de la Capilla Sixtina. Esto no hizo más que confirmar lo que yo ya sospechaba hasta que mi madre dijo:

Está muy bien para ser su primer cuadro y para tener seis años.

Con eso quería decir que, en fin, no estaba perfecto. Algo que yo ya sabía pero que no quería que supieran los demás. Era poco menos que un insulto, como cuando te regalan una versión fácil de El Quijote sonriéndote con condescendencia.

Supongo que ésa es una de las razones por las que ese cuadro jamás fue enmarcado, ni siquiera planchado, y que aún esté en mi costurero. Pero gracias a él aprendí dos cosas: 1) si no quería que nadie viera que había hecho algo mal tenía que hacerlo bien, 2) los kits eran una mierda y no volvería a comprarme uno.